La historia de España del siglo XIII está jalonada por su
hegemonía, la conquista del valle del Guadalquivir, de Valencia, o de Mallorca,
la instauración del arte gótico francés, la configuración de la cultura
universal por Alfonso X el Sabio y la invasión de los benimerines, una tribu
bereber del norte de África.
Todos esos acontecimientos contribuyen a poner de manifiesto
la apremiante necesidad de responder a la cuestión, suscitada primero por el
arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada y luego por el propio Alfonso X de qué
significa ser español. Esta pregunta no es tan anacrónica como se podría
suponer hoy, sino que subyace en la profunda convivencia de la expansión
militar y política de castellanos y aragoneses sobre las tierras de al-Andalús.
La creencia de que la cultura española tenía unas matrices universales que
enlazaban con el pasado romano de Hispania y más allá, a la mítica población posdiluviana
de la Península por la tribu de Tubal, nieto de Noé, que Isidoro de Sevilla
identificó como antepasado de los Íberos, y que convertían las gestas de los
reyes en principios de legitimidad de la ocupación de la tierra “vacía” en el
sentido político del término, una tierra que antes había sido suya y que volvía
al hogar natural. Por otra parte, en el siglo XIII, la cultura andalusí estaba
tan debilitada que sus rescoldos concentrados en el reino nazarí de Granada no
podían reavivar el viejo sueño califal.
Interpretar la expansión territorial del siglo XIII sin que
implique un desdoro del cosmos cristiano no es tarea fácil. La necesidad
política de tener que marchar hacia el sur, a los fértiles valles del Turia,
Júcar o Guadalquivir se vio atenuada por la férrea convicción de que León,
Castilla o Aragón eran la patria de referencia para todos los conquistadores;
como también de que todo lo que se consideraba auténticamente bueno, como la
lengua, la religión, las costumbres o la cocina, no podía ser ajeno a esa
tradición. Para no perder su identidad, los guerreros y los colonos que
ocuparon las tierras andalusíes necesitaron sentir que mantenían estrechos
lazos con sus tierras de origen, fuera o no cierto (un tema de rabiosa polémica
hoy en día), y que la noción de libertad se vinculaba con la religión cristiana
y no con el islam. El mensaje es simple: los reinos cristianos debían abandonar
su particularismo para convertirse en una identidad política superior, a la que
Alfonso X y Bernat Desclot llamaron España.
Durante los siglos XIX y XX, la imagen de España como
culminación de un proceso histórico de reconquista suscitó un sentimiento
nacional entre los historiadores más influyentes y, al mismo tiempo, una
oposición radical a él. La retórica utilizada era muy diversa y afectó a todos
los ámbitos académicos dentro y fuera del país: en algunos casos subrayaba más
el temperamento de los protagonistas de la épica guerrera que la religión, como
cuando Claudio Sánchez-Albornoz afirmaba: “ La empresa multisecular llamada
Reconquista constituye un caso único en la historia de los pueblos europeos, no
tiene equivalencia en el pasado de ninguna comunidad histórica occidental”. El debate
erudito no hubiese adquirido tanta relevancia de no ser porque coincidía con el
destino de una nación; un destino que apuntaba hacia el sur y no hacia Europa,
lo que afectó por igual a las decisiones de Jaime I y a las de Fernando III. Por
último, en el análisis de la conquista territorial del siglo XIII se hacía
patente el punto de vista imperial que culminaría en América en los siglos XVI
y XVII, una concepción de España como nación destinada a la difícil tarea de la
evangelización de las tierras situadas a poniente; tarea que algunos atribuyen
al deseo de una piadosa Isabel La Católica pero que no es más que una cláusula
anexa a la bula Inter Caetera de 1493 impuesta por el Papa valenciano Alejando
VI.
BIBLIOGRAFÍA:
G. Menéndez Pidal, La historia de España del siglo XIII leída
en imágenes, Madrid 1986
J.F. Powers, A society
Organization for War. The Iberian Municipal Militas in the central Middle Ages,
1000-1284, Berkeley 1988
J.A. García Cortázar, Organización social del espacio en la
España medieval. La Corona de Castilla en los siglos VIII al XV, Barcelona,
Ariel 1985
J.E. Ruíz-Doménec, España, una nueva historia RBA libros
Barcelona 2009
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