sábado, 21 de mayo de 2011

DE LA LITERATURA Y EL AMOR EN LA EDAD MEDIA

Una lectura atenta de los sermones de Jacques de Vitry sugiere que, desenmascarados por la aguda observación del canónigo, los parisinos del siglo XIII dejaban mucho que desear an todo lo referente a su conducta sexual. Ni sentían remordimientos morales, ni se frenaban ante los placeres del cuerpo. El fabliau "la damoiselle qui ne pooit oïr parler de foutre" encierra es su seno los argumentos necesarios para esclarecer el dilema moral de la sociedad. La sexualidad, cuando se asocia al matrimonio, se convierte en un pecado. ¿Es por ese montivo que esta muchacha se desmaya cada vez que oye hablar de que alguien desea foutre con ella? ¿Cómo conjugar deseo y culpa?
En una de las primeras respuestas inteligentes a ese dilema moral, el Roman de la Rose (1225-1230), Guillaume de Lorris observó que las novelas artúricas habían creado una expectación excesiva sobre el adulterio como vehículo de la realización sentimental de las mujeres y los hombres. Esa preocupación desencadena el relato, donde un hombre joven, subyugado por el narcisismo, aspira a conquistar el objeto de su deseo, mujer, diosa o rosa, dando paso a una sexualidad ambigua. Lorris refuerza su mensaje con la descripción de un momento de especial significado.
El protagonista de la novela elogia a Ociosa por haberle conducido hasta el jardín donde habita la Rosa, deslizando en ese momento la siguiente confesión: "debería tenerla por amiga ya que me abrió la puerta de aquel vergel lleno de árboles". Estos versos más parecen de un donjuán romántico que de un caballero cortés en busca de aventuras galantes. El joven amador se merece hasta el fondo el sarcasmo del poeta, que pone en su boca las palabras con las que finaliza la obra. "Pues nadie jamás podría aliviarme, si un día perdiera vuestro antiguo amor: solamente en vos puso mi esperanza".
El problema de ese joven, y de toda su genereación, es que, como buen amador, no obstante sus intentos de abandonar esta condición que le hace frágil ante las mujeres, no puede acceder totalmente a lo que anda buscando, un matrimonio favorable a sus intereses sociales pero cubierto del manto del amor. Esa idea se abrió paso en la sociedad europea y consolidó la vida conyugal gracias a la dote de las mujeres casaderas. Los nuevos ricos, que habían amasado grandes fortunas en el comercia internacional, dotaron con sumas escandalosas a sus hijas con el fin de encontrar un esposo de la buena sociedad, cada vez más arruínada por los excesivos gastos de un tren de vida inútil pero necesario para ellos. Llegados a este punto,los muchachos de la alta sociedad urbana se parecen cada vez más a los caballeros de las novelas artúricas, a los Yvain en busca de una esposa con tierras.


Bibliografía
La ambición del amor, Historia del matrimonio en Europa. José Enrique Ruiz-Domènec
Europa las claves de su historia. José Enrique Ruiz-Domènec
L´amour et l´Occident. Denis de Rougemont
Barbarolexis. Medieval Writing and Sexuality Alexandre Leupin

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