domingo, 23 de octubre de 2011

LA ALARGADA SOMBRA DE LOS MITOS


La irrupción del cristianismo en la alta sociedad romana en los siglos III y IV d.C. (se convierte en religión oficial del imperio en  el año 380) unificó todas las creencias de la pagana Roma transformando en heréticas muchas costumbres que los romanos habían vivido durante 1000 años, y se necesitarán cerca de 1000 años más para volver a recuperar antiguas tradiciones en forma de mitos.
Europa creó sus propios mitos sin olvidar los procedentes de fuentes ancestrales, egipcias, griegas, judaicas, persas o romanas. Los mitos propiamente europeos se reducen a dos: el Grial y Fausto; son una especie de señas de identidad.
El mito del Grial se elaboró por medio de una serie de relatos sobre el rey Arturo y los nobles caballeros de la Tabla Redonda. Nació en Francia y Alemania a lo largo del siglo XII como un proyecto pedagógico para los jóvenes de las familias nobles, preocupados por el papel de las mujeres en la vida social. Se difundió luego por todas las literaturas nacionales y se convirtió en un ícono político cuando en el siglo XV Thomas Malory con La muerte de Arturo realizó la síntesis más difundida al ser la obra que influyó a Tennyson, Rossetti o Burne-Jones.
La educación europea se ha vinculado a la recuperación de esos mitos, expresión de un modo de ser que, con la llegada del modernismo, entró en contacto con la tradición oculta y los misterios del gran arquitecto del mundo. Estos mitos forjaron una estructura con cuatro personajes que recuerda los trabajos de Jung, y que mantendrán la comedia dell´arte y las óperas de Wagner, donde cuatro voces (tenor, bajo, soprano y contralto) debaten entre sí sobre un tema concreto. Vemos claramente ese esquema en el desarrollo del tema del amor en Tristán e Isolda, o la superstición (brujería) en Lohengrin o la presencia de lo sagrado en la vida humana de Parsifal.
La búsqueda del Grial es la razón de ser de la novela de caballerías: historias imposibles o increíbles, donde se da rienda suelta a las observaciones más inesperadas, a las situaciones más sorprendentes. Crearon dos contrafiguras, convertidas en referentes universales. Don Quijote, el hidalgo de la Mancha que se saturó de lecturas y enloqueció, lo que dio lugar a unas cómicas aventuras que conforman lo mejor del legado de Europa; y Don Juan, que redujo los valores caballerescos a una desenfrenada táctica de conquista sexual de las mujeres, y que desde Tirso de Molina a Mozart, pasando por Molière, alecciona con su desazón a un mundo que se preguntaba por el papel del sexo en la vida.
El mito de Fausto, el doctor que vende su alma al diablo para lograr un poder sobrenatural y la juventud eterna, aparece ya en algunos relatos anónimos de la Edad Media, pero sólo alcanzará su perfil definitivo con Marlowe, Lessing, Goethe y Mann. Leído o visto en el escenario (Fausto llegó a la ópera con Gounod y Berlioz), el mito ayudó a la construcción de la mentalidad europea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario