jueves, 2 de junio de 2011

NOSTALGIA DEL PASADO

La explosiva toma de conciencia del europeo de sí mismo a comienzos del siglo XII (Guilhem de Peitieu y Pedro Abelardo son sus mejores testigos) transforma la idea del encuentro entre las dos civilizaciones que coexisten en el continente.
A primera vista, la historia de Roldán podría parecer un relato exótico, local, centrado en un personaje del pasado, muerto en la batalla de Roncesvalles en el año 778, cuyo gesto heroico cantaba algún narrador popular en las fiestas patronales. Pero es más que eso. La aparición de los cantares de gesta trata de uno de los mayores acontecimientos de la historia de la cultura europea: el paso de la literatura oral a la escrita. Sin la existencia del Camino de Santiago, donde numerosos juglares divertían a un público apasionado por esos relatos, esta primera obra maestra de la poesía épica europea no habría existido. Después, hasta finales del siglo XII, el eco del enfrentamiento de Europa con el Islam no dejó de resonar en los cantares de gesta. Los hechos narrados debe parecer verdadero: Res gestae y no res fictae.
La mirada de los poetas hacia el encuentro de ambas civilizaciones adquiere un valor nuevo. Montados como si fueran un espectáculo, los cantares de gesta asumen una lectura del mundo de la frontera española en los siglos VIII al X, En el Cantar de Roldán, version Oxford, el universal combate entre el localismo tribal de la cultura musulmana y el cosmopolitismo de la cultura europea está representado libremente por medio del relato de un hecho ocurrido en el año 778, cuando la retaguardia del ejército de Carlomagno, mando de su sobrino Roldán, fue atacada (y destruida) en Roncesvalles.
Ofrecer una lectura histórica a un lugar de la memoria era habitual en esa época: lo harán también Robert Wace para consolidar la monarquía inglesa y Otón de Freising para legitimar el proyecto político de Federico Barbarroja. Turuldo de Fécamp retomó aquel suceso del pasado, transmitido por tradició oral, y lo rehizo a su antojo. Algo parecido hicieron los autores del Cantar de Guillermo y del Cantar de las huestes de Igor que afrontaron la historia de esos nobles como una profunda reflexión sobre el significado de la frontera en la cultura europea.
Lo cierto, y sin duda lo importante, es que esa preocupación universalista creó la distancia con respecto al Islam. En menos de sesenta años, los que van desde la batalla de al-Zallaqa (1086) a la conquista de Almería (1148), se producirá la definitiva escisión entre ambas civilizaciones en la Península Ibérica. Esto se percibe en dos obras literarias que afrontan la vida del Cid: el Carmen Campidoctoris, escrito en Barcelona entre 1093 y 1094 y la Gesta Roderici, escrita en Castilla tras las campaña almeriense.
En la época el Carmen, la principal preocupación residía en saber cómo se organizarían los circuitos comerciales para la exportación del excedente agrícola, mientras que en la Gesta el tirón de la economía procede de la política fiscal de la monarquía.
Los ingresos por la explotación comercial fueron el motor principal de la economía de finales del siglo XI pero el crecimiento de las rentas señoriales los fue a mediados del siglo XII.
En esos sesenta años los feudales duplicaron su territorio, conquistaron y repoblaron las tierras entre el Tajo y el Guadiana y sin embargo los rendimientos empezaron a decrecer y las superficies cultivadas retrocedieron en beneficios de los pastos de la Mesta o de las Ordenes Militares.
El estado miró con nostalgia el proyecto económico de los tiempos de Carmen  y la Península Ibérica dudo entre el paso hacia delante, que ella misma había llevado a cabo a finales del siglo XI, quizás porque la frontera con el mundo Almohade le había abierto unas posibilidades de enriquecimiento en caso de conquistar los ricos espacios hidráulicos de Mallorca, Valencia, Murcia y Andalucía. en realidad, esta indecisión afectó a su percepción del pasado. Las Crónicas monásticas escritas en el siglo XII una manipulación de la historia al servicio de la peligrosa aventura que significaba emprender una conquista territorial de semejante envergadura.
La modernidad aprisionó a la civilización cristiana de la Península mientras que las sociedades musulmanas insistieron en sus sistemas tributarios, más acordes a sus principios religiosos y su tradición científica. La fractura se había provocado. Sólo faltaba que Fernando III se lanzara a la conquista de Córdoba y Sevilla y que Jaime I hiciera algo parecido con Valencia y Murcia. El mundo no volvería a ser igual, aquí aparece el desencuentro, la falta de diálogo.  

Bibliografía
El Mediterráneo José Enrique Ruiz-Domènec
Heroes and Saracens: An Interpretation of the Chansons de Geste, N. Daniel
L´image de l´autre, L´Occident médiéval face à l´Islam Philip Sénac
The subject of Violence. The Song of Roland and the Birth of the State P. Haidu
Carmen Campidoctoris Alberto Montaner

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