jueves, 21 de julio de 2011

LA INVENCIÓN DEL ENEMIGO

En un renovado libro sobre la primera cruzada, el profesor del Queen Mary de Londres, Thomas Asbridge, definía recientemente la guerra de la cristiandad contra el islam como una sútil operación de pedagogía religiosa. La excusa fue la petición del emperador bizantino Miguel VII Ducas Parapinaces al papa Gregorio VII para que el ayudase a detener el avance turco en Asia Menor prometiéndole a cambio la unión de las dos iglesias; el Papa no se pudo resistir y puso manos a la obra a los monjes cluniacenses.

Todo comenzó a mediados del siglo XI cuando el monaquismo cluniacense impuso en europa la tesis de que el mundo descansaba en el antagonismo de dos principios fundamentales, el bien, que estaba del lado de la Iglesia, y el mal, que configuraba un dilatado territorio donde las supersticiones convivían con las otras religiones y con las sectas heréticas. Pocos les creían entonces, pero ellos perseveraban utilizando sus mejores armas en la comunicación de esas ideas: las esculturas de los tímpanos de las iglesias románicas con sus pavorosas imágenes del infierno, o los cantares de gesta que contaban historias ejemplares de los hombres de frontera como Guillermo, protagonista de un poema con su nombre, responsable de un pueblo que, pese a algunas diferencias menores, comparte con él una cultura, una forma de vida, una religión; y está decidido a luchar contra los musulmanes, sus viejos vecinos convertidos ahora en sus enemigos. Eso es lo que la propaganda decía en unos versos cautivadores, fáciles de retener en la memoria, convincentes, sobre todo cuando narraban las hazañas de Roldán, sobrino del emperador Carlomagno, el héroe que cumplía a la perfección ese carácter modélico de un hombre santificado por su proeza: la defensa de los valores europeos en los pasos de Rocesvalles.
La muerte de Roldán en el desfiladero de Roncesvalles supuso un profundo alivio para los europeos al comprobar que uno de los suyos era capaz de un acto heroico en nombre de la fe cristiana. La memoria de esa hazaña se transmitió a través de un poema en versos octosílabos pareados que sirvió para difundir el ideal de la guerra santa. ¿cómo se manifestó ese estado de ánimo a lo largo del siglo XII?.
La guerra contra el islam se convirtió en un objetivo estratégico, y se legitimó por adelantado contra todas las normas que quisieran oponerle los nobles feudales contrarios a esas ideas y críticos con ellas, y eso resultó capital, por su capacidad de convicción por medio de la literatura elaborada en las cortes de los príncipes que apelan al orgulloso pasado romano para combatir contra el islam. A los caballeros se les identificó con los héroes de la asediada Troya, en especial con Eneas y Bruto, que sortearon los peligros y se convirtieron en fundadores de importantes estados nacionales. La guerra contra el islam era una necesidad que nadie podía limitar y cuya evolución a lo largo de los siglos será una perpetua sorpresa.
De ahí el tono literario presente en minuciosas descripciones de los combates llevados a cabo por los príncipes y los caballeros de Palestina. Esta distinción se debe al influyente cronista Raymond de Aguilers y manifiesta que la clase dominante aún se dividía en dos estratos superpuestos, unidos por un objetivo común: la guerra contra los sarracenos. Pero inmediatamente después de crear el mito y la necesidad fue preciso elaborar una serie de biografías de caballeros cruzados, como si la biografía fuese el género que más se acercaba a la poética literaria de los cantares de gesta. Así se escribieron las hazañas del valiente genovés Guglielmo Embriaco, del soberbio Ricardo de Salerno, del belicoso Bohemundo de Tarento, del abnegado Gastón de Bearn, del confundido Raymundo de Toulouse, del apasionado Ricardo Corazón de León, del astuto Felipe Augusto y del ambicioso Federico Barbarroja.

En todas estas biografías de caballeros cruzados, el narrador cuenta los hechos, respondiendo a un patrón literario. Cada pequeño acontecimiento ocurrido en Palestina, en cuanto conecta con las ambiciones nacionales del país de origen del héroe, alcanza el valor épico de una hazaña sin parangón. El relato es el recuerdo de algo pasado, memorable sin duda, pero lejano en el tiempo. Para hacerlo se necesita relacionarlo con la literatura épica, a la que era tan aficionado el público de la Edad Media. Esa visión heroica de la vida se incrementó con las batallas de los Cuernos de Hattin el 4 de julio de 1187 y el Alarcos el 19 de julio de 1195. El beneficio social de esa doble derrota de las armas cristianas ante el islam consistió en una cierta cohesión de la clase caballeresca y un incremento del orgullo de ser miembro de esa clase, que contribuyó a una transformación de los arneses defensivos y a una mejora de la táctica militar. Ajenos a la vida económica de los mercaderes y viajeros, los guerreros cristianos y musulmanes continuaron su particular enfrentamiento, e incluso lo incrementaron tras las expediciones de los reyes de Inglaterra y Francia a Palestina y el ataque de Alfonso de Castilla, Pedro de Aragón y Sancho de Navarra contra los almohades en Navas de Tolosa (1212). El recrudecimiento de la guerra santa. Contribuyó a crear una escisión por motivos religiosos, vigente todavía hoy.
Las cruzadas crearon un foso entre el islam y la cristiandad. Los cristianos tomaron distancia ante un mundo exótico, sobre el que se forjaron las más curiosas leyendas; los musulmanes por su parte desarrollaron una dolorosa añoranza por la unidad de los tiempos del Profeta y de los primeros califas, una añoranza que ha llegado hasta hoy en forma de queja sobre los males inflingidos por occidente a su cultura. Una actitud que justificaría la sentencia de Heródoto, según las cual la historia es el intervalo entre una ofensa y su reparación.

Bibliografía:
Franco Cardini, L´invenzione del Nemico. Palermo, 2006
C. Morris, Propaganda for War, The dissemination of the crusading Ideal in Tweltfh Century. W.J. Sheils (ed.)
José Enrique Ruiz-Domènec, Atardeceres Rojos. Ariel 2007

2 comentarios:

  1. Me parece increible que el catolicismo vaya promoviendo la paz mundial sabindo todo su pasado.

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  2. Bueno, aquí diferenciaríamos entre Iglesia y Evangelio. La Iglesia como institución puede tener objetivos más terrenales que los planteados en los Evangelios. Este es uno de los motivos de la escisión protestante del siglo XVI

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